sábado, 2 de junio de 2012

Generación del 27

La denominación de este grupo de poetas ha sido motivo de polémica durante mucho tiempo. Hoy se acepta generalmente la etiqueta Generación del 27 o Grupo del 27. Los autores que forman esta etapa dorada de nuestras letras han recibido otras muchas denominaciones, como Generación del 25 (por ser la fecha en la que varios miembros del grupo publicaron sus primeras obras), Generación del 24 (por la misma razón), Generación de la Dictadura (ya que la formación y primeras publicaciones del grupo coinciden con la Dictadura de Primo de Rivera –de 1923 a 1929–), Generación de la vanguardia (a causa de las influencias recibidas tanto de las vanguardias europeas –futurismo, dadaísmo y surrealismo– como de las españolas –creacionismo y ultraísmo–), Generación de la amistad (por las afinidades que había entre la mayoría de sus miembros) y Generación de los poetas-profesores (puesto que algunos de ellos se dedicaron profesionalmente a esta labor –Salinas, Guillén, Diego y Cernuda–, pero no todos).
La denominación Generación o Grupo del 27 ha triunfado porque recoge el interés de estos autores por la recuperación de un poeta prácticamente olvidado a principios del siglo XX: Luis de Góngora y Argote. Un rasgo que destaca dentro de la poética de este grupo es la atención que prestan a todas las innovaciones aportadas por las vanguardias artísticas, así como la atención preferente a la historia de nuestra literatura. En 1927 se cumplieron trescientos años de la muerte de Góngora, y por este motivo varios poetas se reunieron en el Ateneo de Sevilla para rendirle un homenaje. Este hecho generacional puede ser considerado el punto de unión de un gran número de autores, entre los cuales no se destaca hoy a más de ocho o diez, aunque el grupo pudo estar compuesto en sus orígenes por más de veinte poetas, como veremos.

Góngora, convertido en el emblema de la renovación esteticista y neobarroca, fue recuperado y valorado en su justa medida. De hecho, hoy en día es uno de los principales poetas de la literatura española, lo cual se debe, en gran medida, a los autores del 27. De todos modos, estos poetas no fueron los primeros en reclamar la figura de Góngora. Rubén Darío, el gran poeta modernista, publicó en La Ilustración Española y Americana (Madrid, 15 de junio de 1899) dos sonetos dedicados a Góngora en forma epistolar. El primero se titula “De D. Luis de Góngora y Argote a D. Diego de Silva Velázquez” y el segundo “De D. Diego de Silva Velázquez a D. Luis de Góngora y Argote”. Se trata de dos supuestas cartas enviadas entre los dos genios de la literatura y de la pintura, en una especie de intento por parte de Darío de alabar y ensalzar la figura de ambos, especialmente la de Góngora. Estos sonetos fueron incluidos posteriormente en Cantos de vida y esperanza (1905).

La nómina de autores del 27 es muy amplia. Los poetas de primera línea o más importantes son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego. Hay dos autores que, sin ser de los más importantes, pueden ser citados como autores secundarios: Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Por último, encontramos poetas cuya adscripción al 27 es más problemática por causas diversas, aunque indudablemente formaron parte de la gran eclosión de nuestra poesía en el primer tercio del siglo XX: Juan José Domenchina, León Felipe, Juan Chabás, Pedro Garfias, José María Hinojosa, Antonio Espina, Juan Larrea y Miguel Hernández.

Si en la Generación del 98 fue fundamental el papel que Azorín desempeñó para aglutinar al grupo a través de unos artículos publicados en el diario ABC, en la Generación del 27 ese papel correspondió a Gerardo Diego. Él fue el organizador del homenaje a Góngora en el tercer centenario de su muerte, pero mayor trascendencia tuvo la publicación en 1932 de Poesía española. Antología, 1915-1931. Se trata de una antología de poesía más o menos inédita que el propio autor reunió. Aparecen los siguientes autores: Unamuno, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa, Salinas, Guillén, Dámaso Alonso, el propio Gerardo Diego, García Lorca, Alberti, Villalón, Prados, Cernuda, Altolaguirre, Aleixandre y Larrea. Como vemos, aparecen la mayoría de los autores del 27, además de algunos del 98 y otros modernistas. Gerardo Diego se había propuesto recoger los mejores ejemplos de poesía del periodo que indica en el título (entre 1915 y 1931), y no podemos olvidar que cuando los autores del 27 iniciaban su carrera literaria, los miembros de la Generación del 98 y algunos de los modernistas estaban en plena efervescencia creativa, de ahí la coincidencia de nombres tan importantes. En 1934 Gerardo Diego publicó una nueva edición de esta obra, titulada ahora Poesía española. Antología. Contemporáneos. El autor incluye algunos poetas, como Rubén Darío, y desaparecen otros, como Juan Ramón Jiménez, que se había disgustado a causa de algunas críticas que había recibido su poesía por parte de José Bergamín. Las dos antologías de Gerardo Diego deben ser consideradas como la reunión y compendio de la mejor poesía del primer tercio del siglo XX, así como la fijación de los autores que forman la Generación del 27.

Características de la poesía de la Generación del 27
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Intentan la renovación estética de nuestra poesía. Para ello, toman las innovaciones que aportan las vanguardias, aunque sin olvidar la importancia de la tradición literaria española.
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En sus poemas, cuidan y renuevan la forma a través de la utilización de léxico culto, palabras coloquiales, términos alejados hasta entonces de la poesía, etc.
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La metáfora se convierte en el recurso literario más importante. Se trata de una figura muy adecuada para expresar los contenidos surrealistas.
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En cuanto a la métrica, utilizaron estrofas clásicas como el soneto, el romance o el villancico, pero también innovaron con la utilización de versos blancos, versos libres y versículos. En cualquier caso, la libertad métrica es uno de los rasgos característicos de este grupo.
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Evolucionan desde el punto de vista temático. Al principio la preocupación principal era la forma del poema, el arte por el arte, pero poco a poco (bajo la influencia del Surrealismo) los autores del 27 desarrollan una poesía humanizada, más preocupada por el dolor, la alegría o los recuerdos. La Guerra Civil acentúa esta visión humanizada de la poesía, hasta el punto de que muchos autores se decantan por los temas comprometidos. Observamos que un autor como Alberti, por ejemplo, pasará de la poesía aséptica y pura de Marinero en tierra (1924) al compromiso más profundo en El poeta en la calle (1936).

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