La denominación Generación o Grupo del 27 ha triunfado
porque recoge el interés de estos autores por la recuperación de un poeta
prácticamente olvidado a principios del siglo XX: Luis de Góngora y Argote. Un
rasgo que destaca dentro de la poética de este grupo es la atención que prestan
a todas las innovaciones aportadas por las vanguardias artísticas, así como la
atención preferente a la historia de nuestra literatura. En 1927 se cumplieron
trescientos años de la muerte de Góngora, y por este motivo varios poetas se
reunieron en el Ateneo de Sevilla para rendirle un homenaje. Este hecho
generacional puede ser considerado el punto de unión de un gran número de
autores, entre los cuales no se destaca hoy a más de ocho o diez, aunque el
grupo pudo estar compuesto en sus orígenes por más de veinte poetas, como
veremos.
Góngora, convertido en el emblema de la renovación esteticista
y neobarroca, fue recuperado y valorado en su justa medida. De hecho, hoy en día
es uno de los principales poetas de la literatura española, lo cual se debe, en
gran medida, a los autores del 27. De todos modos, estos poetas no fueron los
primeros en reclamar la figura de Góngora. Rubén Darío, el
gran poeta modernista, publicó en La Ilustración Española y Americana
(Madrid, 15 de junio de 1899) dos sonetos dedicados a Góngora en forma
epistolar. El primero se titula “De D. Luis de Góngora y Argote a D. Diego de
Silva Velázquez” y el segundo “De D. Diego de Silva Velázquez a D. Luis de
Góngora y Argote”. Se trata de dos supuestas cartas enviadas entre los dos
genios de la literatura y de la pintura, en una especie de intento por parte de
Darío de alabar y ensalzar la figura de ambos, especialmente la de Góngora.
Estos sonetos fueron incluidos posteriormente en Cantos de vida y
esperanza (1905).
La nómina de autores del 27 es muy amplia. Los poetas de
primera línea o más importantes son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego. Hay dos autores que, sin
ser de los más importantes, pueden ser citados como autores secundarios:
Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Por último,
encontramos poetas cuya adscripción al 27 es más problemática por causas
diversas, aunque indudablemente formaron parte de la gran eclosión de nuestra
poesía en el primer tercio del siglo XX: Juan José Domenchina, León Felipe, Juan
Chabás, Pedro Garfias, José María Hinojosa, Antonio Espina, Juan Larrea y Miguel
Hernández.
Si en la Generación del 98 fue fundamental el papel que Azorín
desempeñó para aglutinar al grupo a través de unos artículos publicados en el
diario ABC, en la Generación del 27 ese papel correspondió a Gerardo Diego. Él fue el organizador del
homenaje a Góngora en el tercer centenario de su muerte, pero mayor
trascendencia tuvo la publicación en 1932 de Poesía española. Antología,
1915-1931. Se trata de una antología de poesía más o menos inédita que el
propio autor reunió. Aparecen los siguientes autores: Unamuno, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez,
Moreno Villa, Salinas, Guillén, Dámaso Alonso, el propio Gerardo Diego, García Lorca, Alberti, Villalón, Prados, Cernuda, Altolaguirre, Aleixandre y Larrea. Como vemos,
aparecen la mayoría de los autores del 27, además de algunos del 98 y otros
modernistas. Gerardo Diego se había propuesto recoger los mejores ejemplos de
poesía del periodo que indica en el título (entre 1915 y 1931), y no podemos
olvidar que cuando los autores del 27 iniciaban su carrera literaria, los
miembros de la Generación del 98 y algunos de los modernistas estaban en plena
efervescencia creativa, de ahí la coincidencia de nombres tan importantes. En
1934 Gerardo Diego publicó una nueva edición de esta obra, titulada ahora
Poesía española. Antología. Contemporáneos. El autor incluye algunos
poetas, como Rubén
Darío, y desaparecen otros, como Juan Ramón Jiménez, que
se había disgustado a causa de algunas críticas que había recibido su poesía por
parte de José Bergamín. Las dos antologías de Gerardo Diego deben ser
consideradas como la reunión y compendio de la mejor poesía del primer tercio
del siglo XX, así como la fijación de los autores que forman la Generación del
27.
Características de la
poesía de la Generación del
27
Intentan la renovación estética de nuestra poesía. Para ello,
toman las innovaciones que aportan las vanguardias, aunque sin olvidar la
importancia de la tradición literaria española.
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En sus poemas, cuidan y renuevan la forma a través de la
utilización de léxico culto, palabras coloquiales, términos alejados hasta
entonces de la poesía, etc.
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La metáfora se convierte en el recurso literario más
importante. Se trata de una figura muy adecuada para expresar los contenidos
surrealistas.
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En cuanto a la métrica, utilizaron estrofas clásicas como el
soneto, el romance o el villancico, pero también innovaron con la utilización de
versos blancos, versos libres y versículos. En cualquier caso, la libertad
métrica es uno de los rasgos característicos de este
grupo.
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Evolucionan desde el punto de vista temático. Al principio la
preocupación principal era la forma del poema, el arte por el arte, pero poco a
poco (bajo la influencia del Surrealismo) los autores
del 27 desarrollan una poesía humanizada, más preocupada por el dolor, la
alegría o los recuerdos. La Guerra Civil acentúa esta visión humanizada de la
poesía, hasta el punto de que muchos autores se decantan por los temas
comprometidos. Observamos que un autor como Alberti, por ejemplo, pasará de la poesía
aséptica y pura de Marinero en tierra (1924) al compromiso más profundo
en El poeta en la calle (1936).
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